Curaduría de María Isabel Rueda y Catalina Vargas
Acuerdos con el mundo natural y la asamblea de los seres vivos
En los últimos años, después de la firma de los acuerdos de paz —donde se hace un llamado a la sostenibilidad socioambiental y se invita a cuestionar nuestras visiones antropocéntricas y a reconocer las violencias estructurales que hemos ejercido sobre la naturaleza—, ha habido una mayor presencia de colectivos y activismos que abrazan y defienden diferentes ecosistemas. Estas organizaciones locales de pequeña escala proponen prácticas de cuidado y de escucha de los diferentes seres vivos a la vez que ofrecen miradas más complejas y reflexivas sobre los territorios. Estas redes activistas defienden principios de lo vivo, tales como la conectividad, la reciprocidad, la restauración de la diversidad y la interdependencia las partes altas, medias y bajas de los paisajes, entre muchos otros. Los lenguajes y las prácticas de estos colectivos, en su mayoría liderados por mujeres y vinculados a tradiciones ancestrales, tienen un modo sensible de entender el mundo natural y cuestionan, a través de su autogestión, cómo se administran los poderes.
En un panorama de crisis ecológica donde se ven las limitaciones políticas para reconocer problemáticas, implementar soluciones y consolidar y respetar acuerdos, es evidente que necesitamos nuevas estructuras que nos representen. ¿Qué sucedería si aceptáramos ser gobernados por el agua, el aire, las piedras, los frailejones, las águilas paramunas, las abejas, los vientos, los corales, las estrellas, las montañas o la neblina? ¿Qué sucedería si nuestra estructura de gobierno fuera una asamblea conformada por todos los seres vivos? Pues bien, Marjetica Potrč y Leonel Vásquez nos permiten imaginar juntos este escenario de nuevas alianzas imprescindibles para el cambio.
En su obra, Templo del agua - Sumapaz, Leonel Vásquez propone un espacio de escucha donde un instrumento interpretado por el agua, rodeado por un río celeste de piedras, desencadena un proceso sensible de ordenamiento de nuestras aguas internas. Para el artista, resonar en nuestro cuerpo líquido y sumergirnos en su naturaleza vibrátil nos permite ingresar en un estado de presencia, un continuum oscilante, donde nos reconocemos como seres con vida y nos permitimos tramitar lo emocional, lo sensible y lo intelectual por medio de acciones rituales y diálogos sagrados. Para Vásquez, escuchar el agua alivia nuestro cuerpo por dentro, cura nuestras palabras y, por proyección, sana el territorio. Este templo fue concebido como la sede de la asamblea de los seres vivos esperando que allí, entre cantos de agua y piedras que gravitan, se activen otras estructuras, otras voces, otras dimensiones temporales.
Por su parte, la artista eslovena, Marjetica Potrč, a través del dibujo a gran escala —El tiempo de los humanos en el Río Soča y La resiliencia de las raíces— y una serie de ensayos visuales, clama por una alianza entre humanos y naturaleza, por una sociedad de cuidadores, más que una sociedad de propietarios; un mundo donde los ríos y los seres vivos no sean vistos como objetos sino como sujetos y, en cuanto tales, sus peticiones sean escuchadas y reconocidas.
El ensayo visual Los derechos de un río y el diagrama El tiempo de los humanos en el Río Soča recuerdan el exitoso referéndum de 2021 para preservar la protección del agua en Eslovenia, cuando una abrumadora mayoría de votantes optó por revocar una ley que habría permitido a empresas privadas explotar los ríos del país con fines de lucro. En La vida del Río Lachlan y El tiempo del Río Lachlan se presenta su diálogo con un líder de la Primera Nación Wiradjuri en Australia sobre la defensa de uno de los ríos más particulares del mundo —pues desemboca en un lago y no en el mar— que se encontraba en riesgo por la construcción de una hidroeléctrica. Así mismo, en La lucha por la justicia social, obra realizada en Colombia en el marco de una residencia con el programa FLORA ars+natura, la artista presenta los cambios de paradigmas sociales y legales que implican los acuerdos, sean sociales o con la naturaleza. Este ensayo sirve como antecedente directo de La resiliencia de las raíces y La asamblea de los ríos, obras comisionadas para esta exposición, donde se celebra la gestión de organizaciones de base para el cuidado de las cuencas, los páramos y las ciénagas: son estos colectivos los que están pensando en el bienestar del mundo, los que tienen respuestas al cambio climático, los que traen esperanza.
En las obras de Potrč, los seres de la naturaleza y los guardianes del mundo natural hablan el mismo lenguaje. La artista reivindica las prácticas de diálogo y las posibilidades de construir alianzas ampliando la escucha. Justamente, de ese universo visual, desarrollado a partir de entrevistas e investigación de campo, surge la dinámica de asamblea de lo vivo, un espacio que reúne a personas, no a escribir documentos, sino a adoptar prácticas de cuidado y escucha profundas.
María Isabel Rueda y Catalina Vargas