“Materiales performativos y conmemoración activista”,
de Mechtild Widrich
Septiembre 10 de 2020
El pasado 10 de septiembre de 2020 a las 6:00pm, la teórica e historiadora del arte y la arquitectura austriaca Mechtild Widrich estuvo invitada por Fragmentos, Espacio y Memoria y el Goethe Institut, para presentar de manera virtual su conferencia “Materiales performativos y conmemoración activista”. Esta charla se enmarca dentro del ciclo “El trauma y el monumento fugitivo”, en el cual estuvieron también el teórico en estudios de memoria Andreas Huyssen y el poeta y crítico cultural Fred Molten.
Mechtild Widrich inicia su conferencia diciendo que la conmemoración, que define como recordación pública, “siempre es una forma de recuperar el pasado desde el presente”. Esto aplica a monumentos, espacios de memoria, activismo y hasta vandalismo. Asegura que en los últimos años ha habido críticas más intensas contra los monumentos por representar fuerzas autoritarias o colonizadoras, por volverse invisibles con el tiempo, por ser inmóviles o por representar una historia oficial, aprobada por el Estado –críticas que, asegura, son muy importantes: los monumentos se han transformado gracias a estas críticas especialmente en la segunda mitad del siglo XX.
Widrich a continuación hace referencia a los monumentos construidos por los regímenes autoritarios del Nacional Socialismo y por el Estalinismo y por regímenes coloniales en América, Asia y Africa, que se basaban en una pseudo-monumentalidad, utilizando un término de Sigfried Giedion, un estilo basado en formas monumentales de la antigüedad que se volvieron especialmente sospechosos después de la Segunda Guerra Mundial.
Algunas de las preguntas de Widrich desarrolla en su conferencia son: “¿Cómo hacer democráticos los monumentos? ¿Cómo permitir a las personas pensar sobre la historia e incorporar la memoria y las aproximaciones personales? ¿Cómo cuestionar el dogma histórico en lugar de simplemente afirmarlo? ¿Cómo traer más voces e historias a la Historia con H mayúscula?”.
Con temas como la conmemoración, el poder performativo y el concepto de cuidado, el argumento central de Widrich es que la historia es importante para una sociedad y para la esfera pública funcionales. En su investigación desarrolla la naturaleza de la relación entre los espacios virtuales y los físicos de conmemoración que conforman la esfera pública y, asegura que, aunque las redes sociales entran en conflicto con la paciencia requerida para pensar la historia, las plataformas virtuales tienen cualidades contradictorias en relación con la construcción de la historia: además de una naturaleza ambigua de protesta, denuncia y de conformidad y manipulación política, ahora estos espacios virtuales tienen un papel importante e innegable en la construcción de la historia y en la definición de la esfera pública.
La investigadora se pregunta, “¿Necesitamos un espacio físico para conmemorar? ¿Necesitamos un espacio físico para encontrarnos?” Los monumentos requieren debates sobre su ubicación, además de altas sumas de dinero, lo cual nos hace pensar que se podría simplemente acudir a plataformas virtuales para la conmemoración.
Asegura que necesitamos tener debates y conflictos tensiones y lugares y objetos de conmemoración para que haya un acceso democrático de la historia. Asegura que no está a favor estatuas tradicionales o formas monumentales tradicionales. Sin embargo, a lo largo de su presentación analiza el rol del objeto y su conexión con lazos de responsabilidad con la historia y entre las personas. Este es un tema central de su argumento.
El primer ejemplo que da Widrich es de los Monumentos Confederados. Comenta acerca de la confederación de estados del sur que fueron vencidos en 1865. Pero con el terror racial contra Afroamericanos y debido a una nostalgia por el Sur esclavista promovida por Hollywood, se empezaron a celebrar los monumentos como una forma de conmemorar una causa perdida y de insistir en una supremacía blanca de los primeros colonos. Tanto los críticos y defensores de los monumentos hablan de una preservación o rectificación de la historia. Los materiales empleados tradicionalmente, la piedra y el metal son duraderos, además de ser tan estables como la historia misma que se quería contar: narrada desde arriba.
El segundo ejemplo que desarrolla Widrich se basa en la investigación de maestría de una de sus alumnas, Sandra Shim. Se trata de los monumentos erigidos en Corea por las víctimas de explotación sexual por parte de la ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial. Estatua de paz, de Seo-kyong Kim y Woon-sung Kim, fue el primero de estos monumentos: una niña que representa a todas las mujeres víctimas de violencia sexual. El interés de Widrich en torno a estos monumentos es la relación que estableció con ellos el público y especialmente la respuesta de cuidado, pues la gente vistió a la niña durante el invierno ropa abrigada.
El acto performático por parte de la comunidad le permite generar empatía con estas mujeres, que además de su trauma tuvieron que enfrentar prejuicios y falta de solidaridad, y a través del cuidado, entender la historia. La frialdad del bronce, especula, quizás llevó a la gente a vestir la estatua con materiales cálidos y suaves, y esto la transforma, la individualiza y aúna el activismo con los monumentos, no sólo en forma de crítica, también en acciones como ésta de cuidado y de transformación de la historia.
Estos ejemplos son importantes porque señalan, por un lado, que la historia debe siempre replantearse, y que muchas veces, que la relación empática puede reflejarse físicamente en una transformación del objeto. Con respecto a la pregunta de si es necesario un objeto físico de conmemoración en el espacio público, Widrich responde que sí, se necesita, puesto que los espacios online están demasiado controlados. El desafío es encontrar nuevas formas que permitan un acceso democrático, pero además de emplear materiales que tengan en cuenta el medio ambiente.
A continuación, Widrich describe el argumento de su libro Monumentos performativos, en el cual sostiene que la conmemoración de los últimos años del siglo XX fue una práctica social surgida del performance de los años setenta. “Mi argumento es que un memorial que sea funcional permite una interacción con sus públicos, fundamentada únicamente en dicho contrato social, y que requiere del contexto, del “performer” y del testigo adecuados, y de documentos para marcar el propio acto de conmemoración”.
El performance, según la académica, es una forma de arte que ha sido interpretada como opuesta al monumento en su temporalidad y su materialización, en un momento en el que se acusaba a los monumentos de ser autoritarios e ineficientes. “Contrario a esto, pienso que el performance de hecho contenía la clave para que el monumento fuera revivido como supuestamente democrático y para construir comunidad”.
Para sustentar este argumento, Widrich describe las propuestas artísticas de VALERIE EXPORT, puesto que algunos de sus trabajos “son relevantes en la misión de interactuar en espacios públicos, y al emplear su cuerpo para desafiar la noción de una esfera pública opresiva repleta de poder autoritario”, en performances que pretendían visibilizar estructuras de poder e inequidades de género, y posiblemente cambiar en entramado social del futuro. El diseño de EXPORT para el memorial del Holocausto Viena, aunque no era viable por motivos arqueológicos y otros motivos, asignaba al público el rol de hacer un performance de la historia y hacía visible el duelo como una toma de responsabilidad histórica: un camino con un vidrio que da al espacio público sobre una sinagoga destruida durante el pogromo medieval contra judíos vieneses.
En este ejemplo, el concepto de performance se une con el de conmemoración. “De esta manera, los actos individuales de recordación, o al menos su apariencia externa, son visibles y se hacen muy públicos”. El movimiento del público sobre el lugar establecer así un vínculo geográfico, pero también histórico. Un acceso performativo a la historia permite pensar la historia más fácilmente que si fueran expuestos a un relato, y el estar corpóreamente permite aproximaciones más personales. “El resultado de lo que es la historia está siendo creado en el encuentro con el objeto presentado (usualmente fragmentado). La participación del público forma parte del proceso de construcción de la historia”. El cuerpo, asegura, puede activarse en el proceso de conmemoración y de hacer historia.
“Creo en general que la conmemoración performativa, o los monumentos performativos, son una buena manera de conectar a los individuos con sus propias experiencias con la Historia, con H mayúscula. Idealmente, la conciencia histórica y la historia se vuelven parte de la creación de una esfera pública operativa. Yo creo que la esfera pública siempre está disputada y que es importante reivindicar historias y una conciencia histórica, y ser conscientes de que los gobiernos o grupos mayoritarios no siempre están dispuestos a permitir acceso a todo el mundo. La intención (por lo general de los políticos) de “dejar atrás el pasado” no puede funcionar si las experiencias de individuos en el pasado son simplemente desestimadas. Esto además impide la creación de una sociedad que funcione, en la cual el pasado oriente el presente”. Para ello, asegura que se necesita relacionarse, interactuar y cuestionar el pasado desde la propia historia.
Argumenta que la historia es política, y que la creación de una esfera pública significativa se relaciona estrechamente con el discurso sobre el cual se construye la historia. “Me gustaría pensar en ello como una acción conmemorativa que involucra la construcción de la historia para el futuro. “Performativo” quiere decir una interacción social que cambia el entramado de la historia. Aquí estoy regresando nuevamente a su significado original en la Teoría de los actos del habla. ¿Necesitaría esto de un objeto, o de un performance en terreno? Siento que algún tipo de material o de evento físico, aunque no es enteramente necesario, permite un arraigo de la historia en el tejido de sus lugares geográficos o imaginarios”. La presencia material o los lugares físicos, en especial si es cambiante, son adecuados, según argumenta, “para estabilizar y desestabilizar narrativas históricas”, y en este proceso de mediación y recontextualización, las redes sociales tienen un papel central, tal como el monumento es una mediación en su valor simbólico.
Para terminar, la historiadora del arte hace referencia al concepto del cuidado como fundamental para la efectividad de los monumentos performativos, y que viene de la “ética del cuidado”, preponderante en discursos feministas, en este contexto relacionado con el cuidado hacia la conmemoración y el discurso público para construir un mejor futuro, el cuidado del medio ambiente y el cuidado hacia los objetos y lugares del pasado, y el cuidado por los monumentos, que significa cuidado por la sociedad. El cuidado hacia la niña coreana de bronce (aunque Widrich critica la utilización de materiales tradicionales) simboliza una conexión con las sobrevivientes.
Mechtild Widrich concluye su conferencia con estas palabras, que considero que se deben reproducir de manera textual: “La reutilización de las armas como material en el trabajo de Salcedo también le habla al momento presente. El cuidado puede ser enérgico y permitir a la tensión y a las emociones negativas surgir como parte del proceso de ir hacia delante, como aquí. Pero el cuidado es también un gesto en sí mismo, performativo en la manera en la que permite el cambio, y performativo porque el gesto de cuidar puede ser utilizado para invitar a una audiencia más amplia al cambio performativo de una narrativa histórica. Por este motivo estoy encantada de poder discutir estos conceptos aquí –sólo de manera virtual desafortunadamente– en un espacio que, en mi opinión, ha conjugado estas ideas de una forma tan poderosa y emotiva”.
Al final de la conferencia, la académica respondió preguntas del público relacionadas con los gestos de cuidado que permiten propuestas artísticas contemporáneas de conmemoración; con el uso de materiales ambientalmente responsables, como el reciclaje y resignificación de materiales políticamente cargados; con las ruinas como monumentos; con el concepto de performance de J.L Austin como lenguaje y el poder de la acción de cambiar la relación con la historia y la realidad; con las diferencias entre monumentos performativo y el concepto de contra-monumento con el cual Widrich afirma no estar de acuerdo, pues sostiene que en la creación de monumentos se necesita que se asuma un tipo de poder y una autoridad por parte de la ciudadanía; y con la tensión entre una historia establecida por los gobiernos a través de los monumentos y los intereses de las comunidades.